Todo en derredor tenía musicalidad. El flujo del agua que brotaba de la ducha llegaba a sus oídos como si una lluvia de sonidos se precipitara por su cuerpo. Su organismo era un instrumento subordinado a las pretensiones de un ejecutante líquido y tibio que tañía su piel como una lira.
Se
mantuvo en esa posición y dejó que la irrigación suavizara las tensiones del
día. Cerró el grifo y ciñéndose una toalla a la cintura se dirigió al
dormitorio entre los abrazos de despedida del vapor suspendido en el aire. La
estancia tenía las comodidades características de ese tipo de hoteles, más aun
lo que realmente apreciaba era la
privacidad que le brindaban.
Frente
a un espejo de considerables dimensiones observó sus facciones al aproximarlas
a su reflejo y no le pareció descabellada la idea de que en algún momento se
dejase crecer la barba, tenía la certeza de que de una manera u otra estaría
conforme con su aspecto. Su cuerpo era atlético, de elevada estatura y en el
último tiempo había ganado una masa muscular que le otorgaba un talante maduro
pero sin perder su encanto juvenil.
En
algunas personas la belleza se escuda tras la juventud, pero al marcharse la
segunda, queda demostrado que la primera fue solo un mero espejismo.
Él
era joven y atractivo, como esos que siempre lo son, sin importar cuán inevitablemente
transcurriesen los años.
Se
pasó una mano lentamente por el torso desnudo y al llegar a un punto ubicado
justo por debajo de la clavícula izquierda se detuvo ante el recuerdo de una
huella que todos desconocían.
El
último beso que le entregara su dama oculta…
La
presencia de su primer encuentro estaba intacta como también lo estaban cada
uno de los que le sucedieron. Se extendió en la cama y supo que como muchas
otras aquella sería una noche especial.
Y
espectral.
Tiempo
atrás irrumpió en su vida, envuelta en el misterio de los eventos que se
desarrollan de manera azarosa y pasan desapercibidos como un utensilio que cae
sin razón aparente, el vistazo fugaz de una supuesta silueta por el rabillo del
ojo o una caricia inesperada que se confunde con una brisa invernal.
Sin
saberlo, las puertas a una dimensión suprasensible le estaban aproximando a una
compañera fuera de toda comprensión humana…
Las
apariciones aumentaron en frecuencia a pesar de que no las reconociera como tal
en un primer momento y en la soledad de sus retiros descubrió la
materialización tangible de algo para lo cual todos sus años preliminares no le
habían prevenido emocional ni psicológicamente.
Al
recordar los sucesos acontecidos en aquella primera noche, un estremecimiento que
parte desde el espinazo le recorre todo el cuerpo en ondas como pequeños
temblores.
Cierra
sus ojos y piensa en esa inolvidable impresión que fusionara la excitación y el
espanto.
Fue
una noche como esta, con la expectativa que le genera la antesala de cada
presentación en vivo y el acostumbrado ritual de aislamiento para una estricta
concentración. Se descalzó, aflojó sus vestimentas y tomó de una botella de
agua para que le saciara la sed. Realizó una rápida inspección de las
instalaciones y todo estaba de acuerdo a lo esperado, desconectó el teléfono a
pesar de que no recibiría molestias del exterior pues cada uno de sus
colaboradores estaba advertido de su
petición inapelable en ese sentido.
Apagaba
las luces de la habitación cuando le pareció oír un goteo proveniente del baño.
“Extraño” pensó, ya que no lo había notado antes; mientras se dirigía hacia el
origen de un sonido que podría atormentarle con su constancia fue víctima del
primer y más insignificante sobresalto que ese lugar le tenía preparado: la luz
del baño se encendió y el goteo se detuvo.
Quedó
estático en las penumbras.
Estaba
convencido de estar a solas como en tantas otras oportunidades y por ello
descartó una broma de mal gusto; en ese momento cayó desde una mesa pequeña la
botella abierta y la escasa iluminación que le llegaba del recinto contiguo se
extinguió sumiéndolo en una oscuridad malsana y anti natural, demasiado
profunda para ser posible. Esta ceguera fue efímera porque a sus espaldas se
creó una fosforescencia que proyectó su propia sombra en la pared opuesta. El
vello de su nuca se crispó en una inútil advertencia y como si fuese un ser
ingrávido se dio vuelta con una lentitud que pareció durar una eternidad para
enfrentar un chapoteo rabioso que nacía desde los restos del agua derramada.
Estaría
en presencia de un bautismo monstruoso.
A
esas alturas su voluntad ya no le pertenecía sino que estaba sometida a un
espectáculo que amenazaba con hacerle perder la cordura, ante sus ojos una masa
amorfa crecía palpitante y se recomponía entre sonidos angustiosos de huesos
fracturados que vuelven a su posición original y ligamentos que recuperan su
exacta plasticidad. Como una pulpa que recobra su estado carnoso se presentaron
unos músculos que intentaban dar consistencia a una figura desproporcionada y
extendía cuatro extremidades que ganaban longitud y carácter. Una serie de
espasmos sacudió a la criatura que se formaba sobre la alfombra y del cráneo a
medio constituir surgió una espesa y larga cabellera, esta cubría un rostro que
parecía ser moldeado por un alfarero a toda prisa. El delineado de sus
facciones se suavizó para permitir adivinar un rostro hermoso entre tanto
horror, sus nuevos brazos y piernas se estilizaron hasta alcanzar manos y pies
de extrema delicadeza, se definió la curva de sus caderas en contraste con la
angostura de su talle y tras un último estertor finalizó su apresurado
nacimiento.
La
mujer que se había reconstruido ante sus ojos era la fuente de aquella
luminiscencia y en lugar de repelerla se sentía tan atraído como cuando una
polilla se aproxima absorta a su destino final.
Conforme
se acercaba parecía que su piel de un color indefinido destilaba un perfume
almizcle que le producía un efecto narcótico no solo a su juicio sino también a
su integridad. Sin abrir los labios habló en diferentes lenguas inclusive a un
mismo tiempo dando paso a un idioma novedoso y el no tuvo inconvenientes de
entender cada palabra. La conexión fue inmediata.
Le
habló de un mundo elaborado por la energía de millones de almas en donde se
concentraban sonidos, mecánicas y colores no establecidos por el intelecto
humano, más inmediatos a la sensibilidad que a la razón. Se superponían en esa inmaterialidad
matices policromáticos, en una red suspendida e interconectada con un sinnúmero
de variantes posibles delimitadas solo por la imaginación de cada creador
participante, pues esa realidad había sido concebida desde la colaboración del
inconsciente colectivo.
Se
acercó a él y antes de apoyarle una mano en el pecho le confesó que el
combustible que potenciaba aquella existencia paralela eran las emociones y que
el catalizador para traerla a la vida… había sido su voz.
Nunca
hubiese imaginado que de todas las expresiones que se enunciaban para definir
su talento vocal en todas partes del mundo sería en la intimidad de aquella
habitación en donde se toparía con la más inesperada y sombría.
No
tuvo tiempo para reflexionar estas cuestiones, ella lo atrajo y él supo que el
beso apasionado que los fundiría se había iniciado mucho antes de que sus
labios se rozaran.
Entonces
ingresó a un estado que la mente tiene reservado en un lugar recóndito de la
conciencia y de la cual su sola apertura puede conllevar resultados ambiguos:
una elevación trascendente o la locura absoluta. En ese contexto desligado de
lo manifiesto su intuición le mostró una última carta; junto a esa mujer
disfrutaban de una coexistencia como si se tratase de una extensión de su
propio vigor y en el aliento que compartían en ese momento eran uno solo…
Aquel
encuentro de propiedades y desarrollo más espirituales que físicos sería el
primero de muchos otros menos escabrosos porque con el tiempo la dama
aprendería a emerger sin la truculencia original y de forma casi instantánea.
Ahora
mientras la recordaba en la tranquilidad de su cuarto se acomodó entre las
sábanas y antes de que le venciera el sueño un chispazo iluminó su rostro
momentáneamente al mismo tiempo que se le dibujaba una enigmática sonrisa…
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El
día siguiente lo despertó entre las cálidas caricias de unos intrusos rayos de
sol. Estiró su brazo en una búsqueda que sabía infructuosa y abrió sus ojos
somnolientos para comprobar que efectivamente volvía a estar solo. Se extendió
hacia su derecha para tomar uno de sus celulares y quedó boca abajo en la cama
apoyado en sus codos. Luego de encenderlo se giró hacia arriba y cubrió en
parte su anatomía con una cobija. Por temor a que su dama oculta no apareciese
nunca más tenía intenciones de inmortalizar aquel momento. Los compases del
amanecer anunciaban la sinfonía de una nueva jornada en las calles. Observó la
cámara y pensó que estaba en los inicios de un día fructífero.
Fin
Exelente cautiva hasta el final
ResponderBorrarA leerlo!
Gracias!
BorrarInteresante,me gustó
ResponderBorrarMuchas gracias
Borrar💗👑🧚♂️&🎼🧚♀️😉🙋♀️
ResponderBorrar:)
BorrarSaludos!
Me encantó, es sensacional. Gracias dear
ResponderBorrarGracias por la lectura!
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