Seguí a Dimash

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martes, 4 de enero de 2022

KALACHI - Por Carlos Rivadeneira



 
Mi nombre es Kalachi.

Tengo seis u ocho años más o menos y la verdad… es que no me siento muy bien.

Estoy asustado... parece que me enfermé de algo.

Quizás enferme de algo terrible, ¡o aun peor!, puede que se trate de los fantasmas…

Les cuento.

Mi mamá desapareció un día cuando yo era un bebé y a mi papá no lo conocí.

Mi hermana Aiday de quince años se fue a vivir con una familia y no la he vuelto a ver, mi hermano Bulat murió a los veinticuatro años, lo encontré muy lastimado en el camino y ahí se quedó para siempre.

En el corazón, se acumulan las tragedias que hubo en mi vida, pero también atesoro todo el amor que recibí.

 

Por cierto, me olvidaba... soy un gato.

 

Aiday es hermosa y recibió su nombre por una mancha blanca en su cara negruzca, que se asemeja a la luna. Siempre me fascinaba verla. Delicada al caminar, siempre distinguida, radiante; pero debo admitir que a pesar de mis intentos por llamar su atención jamás recibí su cariño, porque a decir verdad, nunca me quiso demasiado.

Con Bulat era distinto, ¡cuánto amaba a mi hermano!, era valiente, intrépido, muy fuerte y cariñoso. Me enseñó a correr y a trepar con destreza, me divertía cuando intentaba atraparle la cola y él me mordía con ternura, a veces me enseñaba a atrapar algunos bichos y me decía: “Kalachi, nunca desvíes tu mirada de la presa” y cuando nos tumbábamos a tomar sol su pelaje gris brillaba como el acero, como su nombre.

Lo extraño mucho, desde que no está conmigo me pongo a llorar con tristeza y mi cuidadora me trae un cuenco con süt recién ordeñada, entonces mis bigotes quedan blancos o me da trocitos de carne porque cree que tengo hambre. Y aunque en ocasiones es cierto que pido comida, en otras tantas siento la soledad y la pena que me produce la ausencia de Bulat.

Porque era mi hermano, era mi amigo.

 

¿Les hablé de mi cuidadora?

Es una niña muy joven y bonita, para ser humana digo... También es muy dulce, quizá por ello se llama Sheker y fue quien me bautizó como Kalachi. Llevo el mismo nombre que el pueblo en donde vivo. Decidió nombrarme así porque a mi me gusta mucho dormir.

¿Y que tiene que ver eso con ésta aldea?

Pues que la gente se queda dormida...

Y no hablo de cuando los humanos se tumban a dormir por las noches, sino ¡en cualquier momento del día! Desde hace un tiempo largo, (creo) esto le ha sucedido a muchos habitantes, de hecho se cuentan historias que despiertan miedo en los niños y preocupación en los adultos. El viejo Aybek, un experimentado pastor de ovejas y narrador de historias, me contaba una noche sentado frente al fuego mientras limpiaba su pipa, sobre un pueblo vecino abandonado, de nombre Krasnogorsk, en donde según sus palabras: “Los fantasmas del pasado, han decidido permanecer en la antigua mina de uranio y sus almas sin reposo atormentan a los vivos que aun permanecemos de cara al sol. - dio una profunda calada y continuó - Envidian que podamos trabajar, cantar, sufrir y sudar; y por eso nos someten a un sueño profundo. Un simulacro de la muerte”.

Siempre lo escucho y me convida pedazos de un queso delicioso. Sus hijos y nietos se marcharon a una ciudad enorme, Almaty,  y su esposa (también según sus palabras) “lo dejó en la tierra, para protegerlo desde el cielo”. Supongo que Bulat hace lo mismo con su hermano menor y por eso disfruto de la compañía de Aybek, porque somos dos solitarios que reciben su protección de las alturas.

 

Estoy un poco mareado… ¿será porque tengo hambre? Sheker se encarga de alimentarme varias veces por día pero por ahora duerme una siesta a mi lado. ¿Ya les dije que soy flaco? y negro como la noche pero sin estrellas, con bastante pelo y una cuantas pulgas a cuestas, que no me abandonan a pesar que no las invité a quedarse. Los que si abandonaron la aldea, fueron varias manadas de humanos, asustados (creo) por el misterio que envuelve a Kalachi, y me refiero a este poblado, no a mi que apenas soy un simple gatito...

Unos hombres que vinieron de la ciudad en grandes vehículos ayudaron a transportar las pertenencias y a vaciar las casas de los objetos y de la alegría familiar.

Los hombres y mujeres que trabajaron la tierra, alzaron sus viviendas, desarrollaron la comunidad con niños y formaron este lugar con el esfuerzo y el amor que aprendieron de sus antepasados, dejaron parte de sus recuerdos y sus ilusiones en hogares que, simplemente, han vuelto a ser edificaciones sin alma.

El viejo Aybek le dijo a un señor muy bien vestido que: había nacido, crecido y tenía intenciones, cuando Alá así lo decidiese, de morir en este sitio.

Sospecho, que tarde o temprano, imitaré los propósitos del anciano...

 

¿Les conté que Aybek canta muy bien?

¡Si que canta bien!, y la verdad es que conoce muchas canciones. Una de ellas en especial despertó el interés de mi cuidadora que en poco tiempo la aprendió. ¿Cómo se llamaba?... ¡Ah si, ahora lo recordé!: “Qaragym - ai”.

A mi me gusta mucho, aunque suena un poco triste. Pero lo mejor de todo es que cuando Sheker a veces me agarra entre sus brazos para acicalarme con un peinecito, me la canta con cariño y dice algo así:

 

 


“...Qarag’ym ai

Qiylyp ùzilip qaradyn’ ai

Qarag’an qandai’ suly’

Janaryn’ ai...”


“...Niña de mis ojos

Tu belleza me deslumbra

La luz de tu mirar me cautiva...”


 

 

Tiempo atrás, en una noche que Aybek le entró duro a su botella de boldy, me dijo: “¿te cuento un secreto, pequeño amigo? Tienes unos bellos ojos verdes”. Y no se si por el vodka o por culpa de los fantasmas, ¡pero al rato se durmió! Además, como nunca me vi los ojos, puede que dijera la verdad o no.

Lo que puedo asegurarles es que además de las versiones de Aybek y Sheker existe una, interpretada por un cantante, que como decía mi hermano Bulat: “no deja indiferentes ni a humanos ni a animales”...

 

..........

 

_ ¡Ven Ini, ven conmigo! – Su pequeño hermano tenía pocos días de vida, pero era curioso y le seguía como su sombra.

_ La música es muy importante en la vida de los humanos - continuó Bulat - y creo que a nuestra cuidadora le agrada un joven que, le he escuchado decir, canta como muy pocas personas. Su nombre, creo, es Dimash, ya lo escucharás.

En ocasiones ¡ruge como un león!, pero en otras pareciera ronronear con sus cuerdas vocales, es elegante como un felino, alto y podría decirse que es apuesto, para ser un humano digo...

Kalachi parecía entender muy poco pero lo escuchaba con atención

_ Mira Kalachi, mira el horizonte - Bulat se sentó a su lado - ¿ves las praderas? ¿Son extensas, no? ¿Y que me dices de aquellas montañas? ¿Ves cuan altas e imponentes son?, debes aprender algo, todo esto que vemos hasta donde nuestra visión nos permite no es más que una muestra insignificante del tamaño que esta nación tiene. NI siquiera el águila en su vuelo majestuoso, ni aun con su vista privilegiada puede sondear la basta extensión que abarcan las maravillas de la creación, incluso mas allá de las estepas - Kalachi observaba todo, con unos ojos que aun no definían su color.

_ El viejo Serik, el perro del leñador, me relató sus antiguos viajes por distintos caminos hacia lugares muy distantes, enormes distancias que no podrías imaginar, y me dijo que junto a su amo, jamás estuvieron cerca de los limites de la tierra, ¿por qué te digo todo esto?, porque cumplimos una función.

A diferencia de lo que piensan algunos animales, debemos acompañar a nuestros humanos. Cada persona en esta aldea colabora: las manos que labran la tierra, las que extraen la leche, las que pulsan el dombra, las que cocinan en el hogar; las que tallan la madera; todas ellas aportan su grano de arena para glorificar y ser agradecidos con la vida que recibieron, y nosotros no debiéramos diferenciarnos.

Los ojos de Bulat brillaron y añadió:

_ Como ese muchacho del que te hablaba ¡Como Dimash! Que en su voz, viajan a otros países vecinos, las tradiciones y el arte kazajo. - por un momento Kalachi se distrajo para observar a su hermana y ésta, después de dedicarle una mirada indiferente, se volteó hacia otro lado

_ Tranquilo, está un poco... celosa de ti, pero con el tiempo cambiará

Kalachi le preguntó con una voz muy suave:

_ ¿Mamá?... - Bulat se tomó unos segundos en responderle:

_ Ella... debe estar recorriendo nuevos caminos, para traernos noticias del mundo que no conocemos, ¡seguro que nos sorprende a su regreso! - vio que el cachorro se ponía muy triste y unas lagrimitas asomaban a sus ojos, entonces se le arrojo encima y agregó - ¡ahora ven aquí para que pueda limpiar esa suciedad que llevas!

Empezó a lamerlo en las orejas y en la panza, y pensó por la expresión de su hermanito que si los gatos supieran como reírse, Kalachi lo haría en ese momento.

 

..........

 

Estoy un poco sucio pero voy a limpiarme después, tengo mucho sueño y me voy a tumbar debajo de este árbol de manera que Sheker pueda verme al despertarse. Podría contarles algunas otras cosas pero creo que es tiempo de descansar... Si Bulat me viera estaría orgulloso, ¡estoy seguro, querido hermano! porque a pesar de que mi cuidadora lleva varias horas durmiendo, he permanecido a su lado.

Desde esta posición puedo ver como la aldea, con sus casas y calles desiertas desaparece y se distancia de lo que siempre fue, para convertirse en un recuerdo triste, como lo son casi todos.

Por haber sido nombrado como tal, pienso que de la misma manera que yo viví en Kalachi, Kalachi vivió en mí.

 

..........

 

El sol fue testigo de cómo la danza y la música preparaban sus maletas junto al regocijo y el calor humano, de igual manera que la cotidianeidad comunal, los susurros y los gritos a viva voz, el saludo agradable, la esperanza, los sueños y los suspiros de los amantes, las risas y el llanto, los colores, los sabores y los perfumes, abandonaban como espectros grises unas funciones, que ya no les correspondían.

El pulso que latía en las moribundas arterias de la aldea, llegó a través de las dotaciones sanitarias que acudieron aquel día, y que trabajaron en distintos sectores para auxiliar a los lugareños.

Nadie notó a una niña que sostenía en sus brazos el cuerpo sin vida de un gatito, como nadie tampoco la oyó cantar con la voz entrecortada por la pena: “niña de mis ojos, tu belleza me deslumbra, la luz de tu mirar me cautiva”...

Kalachi por su parte ya no oía la voz de Sheker, ni apreciaba su tacto, ni compartía su calor, porque en esos momentos corría aferrado con fuerza al lomo de su hermano, que se desplazaba con la energía del viento por unas praderas de belleza sin igual en dirección a su destino final.

Y por primera vez en su existencia, Kalachi, se oyó reír con la inocente y cristalina risa de un niño.

 

 

 

Fin

 

 

En el año 2013, en la localidad rural de Kalachi (Kazajstán), se detectó el primer caso de un hecho misterioso que atormentó a su población durante algunos años: de manera inexplicable la gente se quedaba dormida...

Estos hechos podían ocurrir en cualquier momento y por ello las situaciones cotidianas se vieron afectadas drásticamente. Las minas de uranio abandonadas en la región aledaña de Krasnogorsk fueron las primeras en suscitar sospechas que atemorizaban a los habitantes. Con el tiempo los representantes de la salud, y descartando la posibilidad de una “narcolepsia colectiva”, obtuvieron una respuesta: no se trataba de radiación sino de una combinación específica entre las maderas que servían de estructura en las minas y el agua que se filtró en ellas, cuya combinación, da como resultado grandes cantidades de monóxido de carbono.

Entre mediados del 2015 y mediados del 2016, las autoridades gubernamentales decidieron re localizar a los habitantes de Kalachi.

En ese último lapso temporal, estaría ambientado el relato.

Especialistas veterinarios indican que en sus primeros dos años los gatos experimentan un crecimiento acelerado en equivalencia con la edad humana, entonces seis u ocho años humanos significarían cuatro meses de vida en un pequeño gatito.

Esa es la verdadera edad de nuestro protagonista: Kalachi.

 

Gracias a Irina Wagner por su colaboración desinteresada en este proyecto con su aporte en todo lo relacionado a las palabras y nombres kazajos.

Gracias a Natsume Soseki por escribir en el año 1905 su novela “Soy un Gato” e influenciarme con su obra.

Y gracias a ustedes por acompañarnos en la tetralogía que culmina con éste texto, para cerrar el ciclo “Serie de Historias Imaginarias: Dimash Against Evil”.

El relato está centrado en la figura de Dimash, inspirado en la canción “Qaragym - ai”, dedicado a los oriundos de Kalachi y a la población de Kazajstán en general.

Es mi manera de agasajarlos en el mes que celebran el día de su independencia.

 

Y gracias a ustedes, por estar siempre del otro lado

Que tengan un excelente fin de año y sean muy felices junto a sus seres queridos.

¡Saludos Dears!

11 comentarios:

  1. Muchas gracias a todos quienes de una u otra forma colaboraron para dar vida a este sentido relato. Felicitaciones Carlos, sabes cómo amo tu forma de escribir!!❤🇨🇱

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  2. Felicidades por tan hermoso trabajo a todos los que participaron en él..
    Carlos siempre es un placer leer tus publicaciones

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  3. Me encanto,bravo...escribis muy,muy lindo Carlos. FELICIDADES para este nuevo comienzo de Año !!❤

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  4. Muy hermoso, entretenido me llamo mucho la atención, hace tiempo que la lectura no me Atrapaba este pequeño fragmento, hojala haya más lindos textos como esté para disfrutar saludos y gracias 🌹🇲🇽♥️

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  5. Waw!!! Que emocionante relato,combinada con la realidad!! Una lección de vida,otra más interesante de Kazajstán, Muchas gracias,por hacerme conocer más sobre este ser tan maravilloso ,como es mi querido príncipe kazajo!! Dears por siempre!! Paxmet!!!❤❤🇦🇷🇦🇷

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  6. Mil gracias. Estoy fascinada con la historia. No leí las anteriores y me gustaría mucho acceder a ellas.
    Quiero decirles que no conocía la existencia de Kazahistan hasta que Dimash llevó al mundo su amor por ella, y la referencia de que era su Madre Tierra.
    Dimash es el mejor Embajador de su País. Creo que deben reconocerle éste mérito. Y a través de Él, también amamos a Kazahistan. Hermosa historia. Espero conseguir los primeros capítulos.

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  7. Me encantó el relato, pero me dió pesar la muerte de Kalachi porq yo tengo tres gatas que son mi familia porque vivo sola. También fué muy interesante la historia sobre el pueblo de Kalachi, siempre se aprende algo nuevo. Muchas gracias.

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  8. Gracias Dears por compartir esta hermosa historia que es inspirada en realidad. Todo lo relacionado con nuestro querido DIMASH es importante para mí y esa canción me encanta. Me alegra que las autoridades descubrieran el mal que aquejaba a los habitantes

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  9. Muy cautivadora historia,emocionante relato, felicitaciones y gracias por hacer ver porqué nos emociona DIMASH, Él cuenta historias cantadas y por eso nos llega lo que transmite!Preciosa combinación, la realidad hecha cuento!

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  10. Wow que hermoso relato, me atrapó de principio a fin, Carlos me encanta como escribes, cada una de las palabras se entrelazan para motivar a mi imaginacion a crear la escena perfecta a tan maravilloso relato, mi reconocimiento a tan hermoso trabajo.

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  11. Gracias por esta hermosa y magistral historia entre realidad y fantasía,Carlos Rivadeneira

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