Seguí a Dimash

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viernes, 21 de enero de 2022

Amena Conversación con Dimash (Y advertencias pertinentes) Por Carlos Rivadeneira. Ilustración: Donbuggy2011

 


¡Pero que gusto Dimash! Es un verdadero honor conocerte, que maravilla poder platicar contigo.

Mi nombre es Carlos Rivadeneira ¡y no sabes la cantidad de Dears que desearían estar en mi lugar!, aquí frente a ti en este agradable ambiente, con esas flores que decoran esta mesa, con estos placenteros sillones y esa impactante vista panorámica de la ciudad que vemos por la ventana, ¡lo que darían las Dears por estar en mi lugar!

Bueno... no se lo que darían por estar, pero me imagino que ocurriría si estuviesen...

¿Acaso viste la película “Twister”? ¿No?, bien, que me dices de “El Día Después de Mañana”, ¿tampoco?, okay. ¿Te suena el filme “Infierno en la Torre?, hmmm, parece que no... Pero si sabes lo que es un terremoto o una estampida ¿verdad? ¡Bien! Pues eso. Imagínate un terremoto que viene corriendo hacia ti, sin molestarse en derribar edificios, resquebrajar las calles o sembrar el caos, ¡no señor!, un sismo que solo tiene por objetivo llegar hasta tus brazos, eso serian 20 o 30 Dears ingresando por esa puerta.

¿Las flores? Volando por los aires junto con el agua, los jarrones que las contienen y la bonita mesa, ¡por primera vez no tendrás que preocuparte por acarrear las flores! ¡JaJa!

¿Los sillones? No van a ser un obstáculo infranqueable, y espero que el grueso de los cristales resista y no estalle con el griterío descontrolado...

¡JaJaJa! ¡Que buena broma! ¿Verdad?

No. No es broma.

Pero... ¡no nos apresuremos! (no quiero ponerte nervioso antes de tiempo...) ¡toma asiento por favor!

 

¿Te sientes cómodo? ¡Perfecto! Veamos... ¿es tu primera vez en Sudamérica, verdad? (y espero que no sea la última...) ¿cómo? ¡Nada, solo pensaba en voz alta!

Como es probable que no visites todos los países de nuestro continente, las Dears han ideado un plan de proporciones bíblicas: éxodos migratorios...

Por tu cara de sorpresa intuyo que no sabías nada, deja que te ponga al tanto.

Las Dears que no puedan verte en su propia tierra se trasladarán a países vecinos en donde si actúes, y las que tengan la posibilidad, viajarán después de verte en su país hacia otro en donde vuelvas a actuar y así sucesivamente.

Ya que existen fuertes lazos en la “comunidad Dear” sudamericana, se transmiten ocurrentes conversaciones en los grupos de whatsapp y/o Facebook (soy testigo... ¡los he leído Dimash!) con el propósito de establecer asentamientos en distintos hogares de toda América.

¿Cómo harán para hospedarse? ¡Simple! Las Dears ya están con los preparativos necesarios para recibir a sus compañeras del extranjero ¡ninguna morada será pequeña! Si es que existen maridos, hijos, abuelos y mascotas, ya se les va adiestrando física y mentalmente para que duerman apilados en un mismo cuarto ¡y listo! De hecho, como el traslado puede resultar costoso, varias se han dedicado a entrenarse en disciplinas olímpicas (¡Ogni Pietra!) como la maratón, el remo y la natación, para dirigirse a la “casa Dear” que están destinadas ya sea mediante caminatas presurosas, en dudosos botes de remo o en el caso de las mas temerarias, a nado. Con tu visita, podría ocurrir que en las próximas olimpiadas, Sudamérica coseche varias medallas ¡gracias Dimash!

¿Qué te resulto divertido? ¡JaJa! ¿Verdad que si?

Pero no. No bromeo... en fin... ¿te apetece un vaso con agua? (quizás necesites un trago mas fuerte...) ¡Prepárate para lo mejor!

 

El publico latino se destaca por su... como lo diría... ¡efervescencia! En ocasiones las cosas... en fin... se salen un poco de las reacciones convencionales que los espectadores demuestran en otras partes del mundo...

Y no se si estás preparado como para exponerte a... digamos... el calor de los latinos. ¿Si tendrías que preocuparte por esto? ¡Bajo ningún modo! La Dear en ésta región es cariñosa y demostrativa, ¡son amor puro efusivo!... ¡tanto como el abrazo de una boa constrictora! ¡JaJa! ¡Pero tranquilo! Se te ve saludable y que has ganado algo de masa muscular (¡puede salvarte el pellejo!) Pero se me ocurre una sugerencia: eres reconocido como un hombre de grandes virtudes morales y éticas, lo que se dice un verdadero caballero, entonces... ¡porque no utilizar una armadura completa de caballero andante! Yelmo, coraza, cota de malla, botas, guanteletes, porque no un escudo... como te decía, ¡un verdadero caballero!

¿Suena exagerado, cierto? ¡Ja!

La verdad es que no…

Así que... pero... te ves algo pálido, digo... ¡más que de costumbre! ¿Te sientes bien? ¿Seguro? Perfecto, escucha lo siguiente.

 

Te he comentado que una misma Dear que llore, ría, patalee, cante, vuele al cielo de júbilo o se desmaye a tierra de emoción en una región, puede aparecer en otra. O en varias, ¡te perseguirán como apariciones fantasmales!

Lo que ha de ocurrir es que las Dears sigan algunos patrones de expresión y en ese momento las puedas catalogar. Puedes encontrar, por citar un ejemplo, a la “merchandising viviente” que tiene remera, chaqueta, bufanda, medias, bandana, gorra, pañuelo, banderín, bandera, barbijo y debajo de él incluso bráquets dentales con tu imagen.

Pero el orgullo de Sudamérica es la “Dear Velocista”.      

Nuestras mujeres son tan hábiles que, sin perder belleza ni gracia, pueden preparar el desayuno, despedir al marido hacia el trabajo y a los niños hacia el colegio, dedicarse a sus quehaceres domésticos, trabajar en sus profesiones, estudiar, compartir, dar like, chatear y votar por ti, todo a un mismo tiempo.

Si. Escuchaste bien, todo a un mismo tiempo...

No resultaría extraño ver a alguna de ellas corriendo como un cheetah por la pista de aterrizaje mientras el avión que te regresa a Kazajstán intenta despegar, ¡que digo!, alguna hasta puede saltar en plena carrera y aferrarse de las alas al grito de: ¡NO NOS DEJES MI PRÍNCIPE!

¿Qué me dices Dimash? ¡Tu propia película de acción! ¡JAJA!

 

La comida típica de cada país es una delicia y hazte a la idea de aumentar de peso (¡y mucho!). Tu figura de Bastau quedará como un recuerdo borroso, por ello te recomiendo que traigas ropas holgadas. En este punto me veo en la obligación de hacerte una advertencia, se que te agradan las frutas pero... ¿qué ocurre? ¿¡Ya te retiras!? Me parece verte preocupado, ¿será por tu peinado? ¡Para mi está perfecto! Además aquí no hay cámaras... solo dame un momento... espera Dimash ¡no corras! ¡¡Dimash escucha esto!! Hagas lo que hagas, cuando estés frente a las Dears, ¡MANTENTE ALEJADO DE LAS PERAS!          

martes, 4 de enero de 2022

KALACHI - Por Carlos Rivadeneira



 
Mi nombre es Kalachi.

Tengo seis u ocho años más o menos y la verdad… es que no me siento muy bien.

Estoy asustado... parece que me enfermé de algo.

Quizás enferme de algo terrible, ¡o aun peor!, puede que se trate de los fantasmas…

Les cuento.

Mi mamá desapareció un día cuando yo era un bebé y a mi papá no lo conocí.

Mi hermana Aiday de quince años se fue a vivir con una familia y no la he vuelto a ver, mi hermano Bulat murió a los veinticuatro años, lo encontré muy lastimado en el camino y ahí se quedó para siempre.

En el corazón, se acumulan las tragedias que hubo en mi vida, pero también atesoro todo el amor que recibí.

 

Por cierto, me olvidaba... soy un gato.

 

Aiday es hermosa y recibió su nombre por una mancha blanca en su cara negruzca, que se asemeja a la luna. Siempre me fascinaba verla. Delicada al caminar, siempre distinguida, radiante; pero debo admitir que a pesar de mis intentos por llamar su atención jamás recibí su cariño, porque a decir verdad, nunca me quiso demasiado.

Con Bulat era distinto, ¡cuánto amaba a mi hermano!, era valiente, intrépido, muy fuerte y cariñoso. Me enseñó a correr y a trepar con destreza, me divertía cuando intentaba atraparle la cola y él me mordía con ternura, a veces me enseñaba a atrapar algunos bichos y me decía: “Kalachi, nunca desvíes tu mirada de la presa” y cuando nos tumbábamos a tomar sol su pelaje gris brillaba como el acero, como su nombre.

Lo extraño mucho, desde que no está conmigo me pongo a llorar con tristeza y mi cuidadora me trae un cuenco con süt recién ordeñada, entonces mis bigotes quedan blancos o me da trocitos de carne porque cree que tengo hambre. Y aunque en ocasiones es cierto que pido comida, en otras tantas siento la soledad y la pena que me produce la ausencia de Bulat.

Porque era mi hermano, era mi amigo.

 

¿Les hablé de mi cuidadora?

Es una niña muy joven y bonita, para ser humana digo... También es muy dulce, quizá por ello se llama Sheker y fue quien me bautizó como Kalachi. Llevo el mismo nombre que el pueblo en donde vivo. Decidió nombrarme así porque a mi me gusta mucho dormir.

¿Y que tiene que ver eso con ésta aldea?

Pues que la gente se queda dormida...

Y no hablo de cuando los humanos se tumban a dormir por las noches, sino ¡en cualquier momento del día! Desde hace un tiempo largo, (creo) esto le ha sucedido a muchos habitantes, de hecho se cuentan historias que despiertan miedo en los niños y preocupación en los adultos. El viejo Aybek, un experimentado pastor de ovejas y narrador de historias, me contaba una noche sentado frente al fuego mientras limpiaba su pipa, sobre un pueblo vecino abandonado, de nombre Krasnogorsk, en donde según sus palabras: “Los fantasmas del pasado, han decidido permanecer en la antigua mina de uranio y sus almas sin reposo atormentan a los vivos que aun permanecemos de cara al sol. - dio una profunda calada y continuó - Envidian que podamos trabajar, cantar, sufrir y sudar; y por eso nos someten a un sueño profundo. Un simulacro de la muerte”.

Siempre lo escucho y me convida pedazos de un queso delicioso. Sus hijos y nietos se marcharon a una ciudad enorme, Almaty,  y su esposa (también según sus palabras) “lo dejó en la tierra, para protegerlo desde el cielo”. Supongo que Bulat hace lo mismo con su hermano menor y por eso disfruto de la compañía de Aybek, porque somos dos solitarios que reciben su protección de las alturas.

 

Estoy un poco mareado… ¿será porque tengo hambre? Sheker se encarga de alimentarme varias veces por día pero por ahora duerme una siesta a mi lado. ¿Ya les dije que soy flaco? y negro como la noche pero sin estrellas, con bastante pelo y una cuantas pulgas a cuestas, que no me abandonan a pesar que no las invité a quedarse. Los que si abandonaron la aldea, fueron varias manadas de humanos, asustados (creo) por el misterio que envuelve a Kalachi, y me refiero a este poblado, no a mi que apenas soy un simple gatito...

Unos hombres que vinieron de la ciudad en grandes vehículos ayudaron a transportar las pertenencias y a vaciar las casas de los objetos y de la alegría familiar.

Los hombres y mujeres que trabajaron la tierra, alzaron sus viviendas, desarrollaron la comunidad con niños y formaron este lugar con el esfuerzo y el amor que aprendieron de sus antepasados, dejaron parte de sus recuerdos y sus ilusiones en hogares que, simplemente, han vuelto a ser edificaciones sin alma.

El viejo Aybek le dijo a un señor muy bien vestido que: había nacido, crecido y tenía intenciones, cuando Alá así lo decidiese, de morir en este sitio.

Sospecho, que tarde o temprano, imitaré los propósitos del anciano...

 

¿Les conté que Aybek canta muy bien?

¡Si que canta bien!, y la verdad es que conoce muchas canciones. Una de ellas en especial despertó el interés de mi cuidadora que en poco tiempo la aprendió. ¿Cómo se llamaba?... ¡Ah si, ahora lo recordé!: “Qaragym - ai”.

A mi me gusta mucho, aunque suena un poco triste. Pero lo mejor de todo es que cuando Sheker a veces me agarra entre sus brazos para acicalarme con un peinecito, me la canta con cariño y dice algo así:

 

 


“...Qarag’ym ai

Qiylyp ùzilip qaradyn’ ai

Qarag’an qandai’ suly’

Janaryn’ ai...”


“...Niña de mis ojos

Tu belleza me deslumbra

La luz de tu mirar me cautiva...”


 

 

Tiempo atrás, en una noche que Aybek le entró duro a su botella de boldy, me dijo: “¿te cuento un secreto, pequeño amigo? Tienes unos bellos ojos verdes”. Y no se si por el vodka o por culpa de los fantasmas, ¡pero al rato se durmió! Además, como nunca me vi los ojos, puede que dijera la verdad o no.

Lo que puedo asegurarles es que además de las versiones de Aybek y Sheker existe una, interpretada por un cantante, que como decía mi hermano Bulat: “no deja indiferentes ni a humanos ni a animales”...

 

..........

 

_ ¡Ven Ini, ven conmigo! – Su pequeño hermano tenía pocos días de vida, pero era curioso y le seguía como su sombra.

_ La música es muy importante en la vida de los humanos - continuó Bulat - y creo que a nuestra cuidadora le agrada un joven que, le he escuchado decir, canta como muy pocas personas. Su nombre, creo, es Dimash, ya lo escucharás.

En ocasiones ¡ruge como un león!, pero en otras pareciera ronronear con sus cuerdas vocales, es elegante como un felino, alto y podría decirse que es apuesto, para ser un humano digo...

Kalachi parecía entender muy poco pero lo escuchaba con atención

_ Mira Kalachi, mira el horizonte - Bulat se sentó a su lado - ¿ves las praderas? ¿Son extensas, no? ¿Y que me dices de aquellas montañas? ¿Ves cuan altas e imponentes son?, debes aprender algo, todo esto que vemos hasta donde nuestra visión nos permite no es más que una muestra insignificante del tamaño que esta nación tiene. NI siquiera el águila en su vuelo majestuoso, ni aun con su vista privilegiada puede sondear la basta extensión que abarcan las maravillas de la creación, incluso mas allá de las estepas - Kalachi observaba todo, con unos ojos que aun no definían su color.

_ El viejo Serik, el perro del leñador, me relató sus antiguos viajes por distintos caminos hacia lugares muy distantes, enormes distancias que no podrías imaginar, y me dijo que junto a su amo, jamás estuvieron cerca de los limites de la tierra, ¿por qué te digo todo esto?, porque cumplimos una función.

A diferencia de lo que piensan algunos animales, debemos acompañar a nuestros humanos. Cada persona en esta aldea colabora: las manos que labran la tierra, las que extraen la leche, las que pulsan el dombra, las que cocinan en el hogar; las que tallan la madera; todas ellas aportan su grano de arena para glorificar y ser agradecidos con la vida que recibieron, y nosotros no debiéramos diferenciarnos.

Los ojos de Bulat brillaron y añadió:

_ Como ese muchacho del que te hablaba ¡Como Dimash! Que en su voz, viajan a otros países vecinos, las tradiciones y el arte kazajo. - por un momento Kalachi se distrajo para observar a su hermana y ésta, después de dedicarle una mirada indiferente, se volteó hacia otro lado

_ Tranquilo, está un poco... celosa de ti, pero con el tiempo cambiará

Kalachi le preguntó con una voz muy suave:

_ ¿Mamá?... - Bulat se tomó unos segundos en responderle:

_ Ella... debe estar recorriendo nuevos caminos, para traernos noticias del mundo que no conocemos, ¡seguro que nos sorprende a su regreso! - vio que el cachorro se ponía muy triste y unas lagrimitas asomaban a sus ojos, entonces se le arrojo encima y agregó - ¡ahora ven aquí para que pueda limpiar esa suciedad que llevas!

Empezó a lamerlo en las orejas y en la panza, y pensó por la expresión de su hermanito que si los gatos supieran como reírse, Kalachi lo haría en ese momento.

 

..........

 

Estoy un poco sucio pero voy a limpiarme después, tengo mucho sueño y me voy a tumbar debajo de este árbol de manera que Sheker pueda verme al despertarse. Podría contarles algunas otras cosas pero creo que es tiempo de descansar... Si Bulat me viera estaría orgulloso, ¡estoy seguro, querido hermano! porque a pesar de que mi cuidadora lleva varias horas durmiendo, he permanecido a su lado.

Desde esta posición puedo ver como la aldea, con sus casas y calles desiertas desaparece y se distancia de lo que siempre fue, para convertirse en un recuerdo triste, como lo son casi todos.

Por haber sido nombrado como tal, pienso que de la misma manera que yo viví en Kalachi, Kalachi vivió en mí.

 

..........

 

El sol fue testigo de cómo la danza y la música preparaban sus maletas junto al regocijo y el calor humano, de igual manera que la cotidianeidad comunal, los susurros y los gritos a viva voz, el saludo agradable, la esperanza, los sueños y los suspiros de los amantes, las risas y el llanto, los colores, los sabores y los perfumes, abandonaban como espectros grises unas funciones, que ya no les correspondían.

El pulso que latía en las moribundas arterias de la aldea, llegó a través de las dotaciones sanitarias que acudieron aquel día, y que trabajaron en distintos sectores para auxiliar a los lugareños.

Nadie notó a una niña que sostenía en sus brazos el cuerpo sin vida de un gatito, como nadie tampoco la oyó cantar con la voz entrecortada por la pena: “niña de mis ojos, tu belleza me deslumbra, la luz de tu mirar me cautiva”...

Kalachi por su parte ya no oía la voz de Sheker, ni apreciaba su tacto, ni compartía su calor, porque en esos momentos corría aferrado con fuerza al lomo de su hermano, que se desplazaba con la energía del viento por unas praderas de belleza sin igual en dirección a su destino final.

Y por primera vez en su existencia, Kalachi, se oyó reír con la inocente y cristalina risa de un niño.

 

 

 

Fin

 

 

En el año 2013, en la localidad rural de Kalachi (Kazajstán), se detectó el primer caso de un hecho misterioso que atormentó a su población durante algunos años: de manera inexplicable la gente se quedaba dormida...

Estos hechos podían ocurrir en cualquier momento y por ello las situaciones cotidianas se vieron afectadas drásticamente. Las minas de uranio abandonadas en la región aledaña de Krasnogorsk fueron las primeras en suscitar sospechas que atemorizaban a los habitantes. Con el tiempo los representantes de la salud, y descartando la posibilidad de una “narcolepsia colectiva”, obtuvieron una respuesta: no se trataba de radiación sino de una combinación específica entre las maderas que servían de estructura en las minas y el agua que se filtró en ellas, cuya combinación, da como resultado grandes cantidades de monóxido de carbono.

Entre mediados del 2015 y mediados del 2016, las autoridades gubernamentales decidieron re localizar a los habitantes de Kalachi.

En ese último lapso temporal, estaría ambientado el relato.

Especialistas veterinarios indican que en sus primeros dos años los gatos experimentan un crecimiento acelerado en equivalencia con la edad humana, entonces seis u ocho años humanos significarían cuatro meses de vida en un pequeño gatito.

Esa es la verdadera edad de nuestro protagonista: Kalachi.

 

Gracias a Irina Wagner por su colaboración desinteresada en este proyecto con su aporte en todo lo relacionado a las palabras y nombres kazajos.

Gracias a Natsume Soseki por escribir en el año 1905 su novela “Soy un Gato” e influenciarme con su obra.

Y gracias a ustedes por acompañarnos en la tetralogía que culmina con éste texto, para cerrar el ciclo “Serie de Historias Imaginarias: Dimash Against Evil”.

El relato está centrado en la figura de Dimash, inspirado en la canción “Qaragym - ai”, dedicado a los oriundos de Kalachi y a la población de Kazajstán en general.

Es mi manera de agasajarlos en el mes que celebran el día de su independencia.

 

Y gracias a ustedes, por estar siempre del otro lado

Que tengan un excelente fin de año y sean muy felices junto a sus seres queridos.

¡Saludos Dears!