Seguí a Dimash

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lunes, 31 de agosto de 2020

MÚSICA Y EMOCIONES - Por la Clr. María Elena Fragoso



Clr. María Elena Fragoso 
Consultora Psicológica
Psicoeducadora en Salud Mental
Abogada (UBA)
 Buenos Aires Argentina


Este artículo es una reflexión que aborda la temática del impacto e influencia de la música en las personas y sus emociones, desde mi formación como Consultora Psicológica basada en los fundamentos de la corriente  Psicológica Humanista, el Counseling Humanístico y el Enfoque Centrado en la Persona (ECP) de Carl Rogers, El Enfoque Centrado en la Persona se caracteriza fundamentalmente en la tendencia de toda persona al desarrollo y crecimiento personal, la salud y la adaptación, a través de la actualización y despliegue  de sus potencialidades. Desde esta mirada podemos analizar varios aspectos del “fenómeno” Dimash y su música, esa que va creando puentes que atraviesan fronteras, idiomas, culturas, edades, géneros, etc.

Dimash no solo son sus recursos innatos, su “don”, sus  “potencialidades” sino que a lo biológico se suman otros factores importantes.

Estimulación: A los 5 años lo enviaron a la escuela de música, fomentaron esa tendencia natural con la que él nació. Para el Dimash niño ese entorno de música, canto, instrumentos, etc. eran naturales.

Disciplina: Horas, días y años de estudio, teoría y práctica, desarrollando su vocación y hacia el crecimiento.

Autoconocimiento: Es la búsqueda personal, el descubrir los sonidos, texturas, colores, dinámicas, técnicas variadas y el atreverse a ir por más a través de su amplio rango vocal con calidad.

Interpretación: fundamentalmente la música es comunicar, transmitir, emocionar, conmover y sin duda Dimash es un gran comunicador, obtiene esa expresión con todo su cuerpo y su magnífica voz.

La conjunción de estas variables, hacen de Dimash un intérprete fuera de lo común, “singular”  él abarca el escenario en un gran despliegue personal que va creando ese magnetismo con su público.

Tal es la importancia de la música en nuestras vidas que genera profundos efectos físicos y psicológicos influyendo en el comportamiento, el aprendizaje, la tolerancia al dolor,  la salud en general y en la salud mental en particular. La música es una sucesión de señales acústicas que nuestros oídos recogen y envían al cerebro. Allí se descodifican y se les da significado. Y todo en fracciones de segundo. Pero, para que eso pase, el cerebro involucra a las emociones, que son las encargadas de convertir el sonido en algo comprensible. La música nos anima, nos relaja, nos entristece, nos alegra, tiene esa capacidad de cambiar nuestro estado de ánimo, es capaz de evocar el núcleo de las estructuras responsables de nuestro universo emocional. Al escuchar música se activan las aéreas del cerebro que se encargan de la imitación y la empatía, donde están las neuronas-espejos, que actúan reflejando las acciones e intenciones de los otros como si fueran propias. De esta forma, podemos sentir el dolor de otros, su alegría, su tristeza… nos permite compartir sentimientos y emociones.

Recientemente  un estudio psicológico realizado por la Universidad de Cambridge para Spotify, ha comprobado que  para que una canción nos aporte un buen efecto y estimule nuestra energía debe empezar suavemente e ir creciendo, tener un tempo alto (entre 100 y 130 pulsos por minuto) y estar cargada de palabras positivas, amorosas y motivadoras, lo cual demuestra lo que todos ya sabemos, la música tiene un gran poder psicológico. Independientemente de los estudios científicos, todos hemos sentido alguna vez esa euforia que da al escuchar la canción adecuada al momento justo, o hemos experimentado ese estribillo pegadizo en bucle en nuestra cabeza que aparece de la nada y queda almacenado ahí! Habitualmente me sucede con Dimash  porque la música está en todo y si nos pone  alegres, nuestro optimismo aumentará, podremos ser más creativos y estaremos más predispuestos a la acción, a llevar a cabo nuestros proyectos y a utilizar más eficazmente nuestros propios recursos. Si por el contrario estamos deprimidos, cualquier acción, por pequeña que sea, será misión imposible, Hay momentos en los que podemos llegar a sentir un placer sublime acompañado por los conocidos escalofríos; es una sensación que definimos expresando que “nos pone el vello de punta”, pero ¿qué está ocurriendo en esos instantes en nuestro cerebro?. Nuestro organismo está respondiendo con multitud de reacciones con una evidente repercusión fisiológica que, entre otros, altera el ritmo cardíaco, respiratorio, presión arterial, etc. Hay pasajes musicales, crescendos, cambios de tempo, de tonalidad, de ritmo, de intensidad a los que nuestro organismo responde.  Cerebralmente, este “juego” se traduce en un baile de dopamina. El placer que se obtiene al escuchar música y su influencia en nuestras emociones, tienen claros fundamentos biológicos, la liberación de dopamina en este nivel, es la que genera respuestas de reforzamiento positivo y de recompensa. Esta actividad cerebral favorece habilidades tan importantes como la memoria, la atención y la concentración y promueve el bienestar emocional 

La  incorporación de  la música a lo cotidiano facilita una buena calidad de vida que favorece  el desarrollo integral del ser humano. 




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